Los primeros contactos con el mundo de la electricidad comienzan alrededor del año 1945 cuando Antonio Jimenez Cuesta compra un pequeño transformador que daba servicio a una pequeña aldea de la provincia de Albacete, con el fin de ampliarlo y dar servicio a un molino eléctrico de harina, esta actividad se compaginaba con la de suministro y mantenimiento eléctrico de las casas y calles de la aldea.
Más tarde, en 1973, ya en Valencia, comienza como instalador autorizado a las instalaciones de viviendas y locales comerciales, bajo el nombre de JIMCA. En 1982 y tras la incorporación definitiva de sus hijos, pasa a llamarse Electricidad JIMFRA. La empresa se translada en 1992 al Polígono Industrial Masía del Juez de Torrent, lugar donde se ubica actualmente.